Friday, 11 January 2013 21:00
Semanas atrás (el 19 de noviembre y 25 de diciembre) en que celebramos los quinientos años de la llegada de don Alonso Manso, el primer Obispo de Puerto Rico y el primero en América, los franciscanos celebramos quinientos años de la primera fundación de la orden en nuestro suelo.
Cuando el 19 de noviembre de 1493 Cristóbal Colón desembarcó al oeste de Borinquen durante su segundo viaje al nuevo mundo dos de los eclesiásticos que viajaban con él eran franciscanos, los hermanos legos (no sacerdotes) Fr. Juan de la Deule y Fr. Juan de Cosín (o Tisín). La estancia de estos pioneros fue corta, pues el 23 de ese mes, llegaron a La Española, su destino final. La primera fundación de los franciscanos se efectuó años después cuando la isla fue posteriormente colonizada.
Cuando el 19 de noviembre de 1493 Cristóbal Colón desembarcó al oeste de Borinquen durante su segundo viaje al nuevo mundo dos de los eclesiásticos que viajaban con él eran franciscanos, los hermanos legos (no sacerdotes) Fr. Juan de la Deule y Fr. Juan de Cosín (o Tisín). La estancia de estos pioneros fue corta, pues el 23 de ese mes, llegaron a La Española, su destino final. La primera fundación de los franciscanos se efectuó años después cuando la isla fue posteriormente colonizada.
La primera fundación franciscana
El 27 de diciembre de 1512, dos días después de la llegada del Obispo Alonso Manso, llegaron dos frailes franciscanos como respuesta a la petición de Juan Ponce de León efectuada en 1508 que decía: “así mismo en la dicha isla es menester de aquí en adelante clérigos que digan misa; vea vuestra Majestad si manda que vayan frailes, enviándolos el provincial, y si frailes no fueran sean clérigos…” Viajaban estos frailes en la comitiva del comendador Rodrigo de Moscoso, quien venía a hacerse cargo de la gobernación de la isla. Estos dos frailes llegaron al puerto de San Germán el viejo (hoy cerca de Añasco) en el navío Santa María de la Consolación del maestre Juan Bono de Quejo. Este navío había zarpado del Puerto de Yuma en la Villa de Salvaleón en la costa oriental de La Española. Desafortunadamente, no sabemos los nombres de estos dos primeros frailes porque sus nombres no fueron escritos en el registro de pasajeros. En el mismo se pone en primer lugar al comendador Moscoso, luego a los miembros de su comitiva y añade sencillamente: “…dos padres (sic.) de San Francisco,” y después aparecen los nombres de los criados del comendador tanto los españoles como los indios. Concluye el registro con los nombres de los demás pasajeros haciendo un total de veinte.
Estos dos franciscanos no permanecieron mucho tiempo en San Germán el viejo, ya que ese poblado no estaba destinado a ser la capital de la isla a pesar de la insistencia de Juan Cerón y del comendador Moscoso. Por eso, San Germán el viejo fue simplemente la antesala de la primera fundación de la orden que fue en Caparra, la capital. Sabemos con certeza que los frailes fundaron casa en Caparra gracias a un hecho histórico. En julio de 1513 los indios caribes atacaron la ciudad por la retaguardia y la incendiaron. Un detallado documento de la época revela que la Iglesia y el monasterio de los franciscanos fueron saqueados y quemados.
Es probable que este pequeño y rudimentario monasterio fuera reconstruido posteriormente allí en Caparra o quizá transferido a San Germán el viejo, pues otro interesante documento, fechado el 6 de octubre de 1515, habla de cómo un sobrino de la esposa de Ponce de León apaleó a un alcalde ordinario y no pudo ser apresado pues se acogió a la ley de santuario en el monasterio. El documento en cuestión, antes de mencionar este incidente, habla de San Germán y de la Isla de Mona. Además, recalca que el pariente de Ponce de León después se fue a la armada contra los caribes, la cual partió desde San Germán el viejo.
La instrucción de los indios y las encomiendas
El 23 de enero de 1513 fueron sancionadas las ordenanzas de Burgos para ser implementadas en la Isla de San Juan. Las mismas estipulaban lo siguiente:
“Los hijos de los caciques de edad de trece años se den a los frailes de San Francisco para que les enseñen a leer y a escribir y todas las cosas de nuestra fe, los cuales los tengan cuatro años, mostrando y después les devuelvan a las personas que les dieron para que amuestren a los indios”.
Se trazaba así todo un concertado plan de estudios a plazo de cuatro años para los hijos de la elite indiana borincana. Se pretendía garantizar un liderato indígena ilustrado y cristianizado. Los frailes comenzaban así con los indios una labor educativa en la Isla de San Juan. Poco o nada se sabe de los resultados del plan de estudios emprendido con los hijos de los caciques. Como excepción se puede mencionar el caso del Cacique Mabú de Humacao que sabía leer y escribir y que se presupone fuera educado por los frailes. Sin embargo, no hubo mucho tiempo para desarrollar el plan de estudios pues los frailes pronto se marcharían de la isla.
En un memorial de febrero de 1518, el jerónimo Fr. Bernardino de Manzanedo indica que los franciscanos de la Isla de San Juan se oponían a la encomienda. Explica:
“Parece que los indios de La Española y San Juan no tienen capacidad para regirse por sí… Mi dictamen es que salvándose los inconvenientes no se encomienden… Dicen algunos que v. a. debe en conciencia ponerlos en libertad… Afirman otros que deben encomendarse y cuidar más de su buen tratamiento. Los religiosos franciscos y dominicos de ella dicen que no se deben encomendar y dan otras maneras, todas llenas de inconvenientes”.
En 1525, una real cédula del 1 de diciembre, instaba a los provinciales Fr. Reginaldo Montesinos (dominico) y a Fr. Pedro Mejía de Trillo (franciscano) a que enviaran a un religioso de sus respectivas órdenes a la Isla de San Juan para que pusieran en libertad a los indios vacos o que vacaren. Se trataba así de hacer cumplir las leyes sobre la libertad de los indios. Esta intervención de los franciscanos en el bienestar de los indios borincanos fue una de sus últimas acciones en su intento de establecer una educación liberadora a pesar de la encomienda.
Conventos en Caparra y La Aguada
Conventos en Caparra y La Aguada
Cuando en 1521 se hace el traslado de Caparra desde su ubicación a una legua de la costa sur de la bahía hacia la isleta en la entrada de la misma bahía no hay constancia alguna de que los franciscanos participaran en ese traslado pues ya no estaban en la ciudad. La ausencia de franciscanos en caparra para la fecha dejaba a los dominicos el flanco abierto para fundar en la isleta a donde ya se había mudado la capital. El 15 de enero de 1522, los dominicos comenzarían a construir su convento en la isleta la cual dominarían espiritualmente sin competencia de los franciscanos por más de cien años.
Un dato significativo nos corrobora la presencia de algunos franciscanos en la isla para la época aunque no revela donde se encontraban. Existe una real cédula a los justicias y oficiales reales en la Isla de San Juan, fechada el 31 de agosto de 1522, que les instruía a recibir y apoyar a los visitadores franciscanos, Fr. Juan de Tecto y Fr. Juan de Arévalo, que debían investigar la situación concreta de los frailes y por eso debían ir:
“…a visitar los frailes que de su orden en esas dichas partes residen, y ver los que de ellos son útiles e idóneos para estar y residir en esas partes, y hacer fruto en la instrucción y doctrina de los moradores de ellas, y otras cosas de su oficio, queden, y los que no fueren tales, los hagan venir a sus monasterios (en España), como veréis por su poder y comisión, y porque mi voluntad es que en ello sean favorecidos y ayudados”.
Este importante dato implica que había Fe de lo contrario no se incluiría la isla en este itinerario. Es probable que ya estuviesen establecidos en La Aguada, pues cuatro años después, el 11 de julio de 1526, se ordena el traslado de los pobladores de San Germán el viejo hacia el sitio de San Francisco de La Aguada donde los frailes tenían su convento y donde había un reducido poblado junto al río Culebrinas a pocos pasos de la costa. Sin embargo, el traslado no se efectuó debido a las reticencias de los pobladores y a los ataques de los piratas. La Aguada permaneció hasta su despoblamiento tres años después a causa del ataque de los caribes.
La crisis que lleva a la extinción
La crisis que lleva a la extinción
Al igual que lo fue en Caparra, la presencia de los frailes en La Aguada fue breve y dejó poco rastro. Dependiendo de la fecha que se proponga para su establecimiento allí pudieron estar en La Aguada entre dos y seis años. Luego, hacia el 1528 o el 1529, los frailes sufrieron un violento ataque por parte de los indios caribe en el que fue quemado el monasterio y matados cinco de sus moradores. El cronista criollo, Diego de Torres Vargas, quien fuera canónigo de la Catedral, en su
“descripción de la isla y ciudad de Puerto Rico”, fechado en 1647, dice:
“…en La Aguada hubo a principios de su fundación otro convento del señor San Francisco, que es el que ahora se ha transferido a esta ciudad con pretexto de reedificación por la contradicción que le hicieron los dominicos; y deshizose aquel convento porque los indios caribes, que entonces infestaban mucho la isla, martirizaron cinco religiosos a flechazos de que no he podido saber los nombres por la antigüedad y la falta de archivos y papeles, pero es cierto que ésta fue la causa de su despoblación el martirio de esos santos religiosos, que como entonces eran pocos y era menester para obreros de esta nuestra viña del señor, quisieron quedarse para confesores, los que quedaron, más que para mártires”.
“…en La Aguada hubo a principios de su fundación otro convento del señor San Francisco, que es el que ahora se ha transferido a esta ciudad con pretexto de reedificación por la contradicción que le hicieron los dominicos; y deshizose aquel convento porque los indios caribes, que entonces infestaban mucho la isla, martirizaron cinco religiosos a flechazos de que no he podido saber los nombres por la antigüedad y la falta de archivos y papeles, pero es cierto que ésta fue la causa de su despoblación el martirio de esos santos religiosos, que como entonces eran pocos y era menester para obreros de esta nuestra viña del señor, quisieron quedarse para confesores, los que quedaron, más que para mártires”.
La noticia controversial de la muerte trágica de cinco frailes es importante, aunque quizá se pueda decir que sufrieron una muerte violenta más que un martirio. No hay razón por la cual se pueda negar esta realidad en vista de la cantidad de ataques de los indios caribes durante el siglo XVI. El censo de Lando presenta un testimonio de un vecino de San Germán el viejo de nombre Rodrigo Canpano (sic.), que habla específicamente del ataque de los indios caribes por esa área para los años 1529-1530. Ese mismo censo se alude a la despoblación de La Aguada.
Además, una serie de eventos se concatenaron para crear lo que se ha llamado la “Crisis de 1530” que afectó a los frailes además del ataque de los caribes. Estos eventos, que se venían forjando desde 1520, tenían que ver con la disminución de la población taína debido a las encomiendas, la descendente producción de las minas de oro y el éxodo de colonos hacia otras tierras más prometedoras. Para colmo, entre julio y agosto de 1530, se sucedieron tres huracanes (Santa Ana, San Hipólito y San Ramón) que atravesaron la isla agravando su situación precaria. Se puede concluir que la primera presencia de los franciscanos concluyó en o antes de 1530, pues varios documentos, sobre todo el censo del gobernador Lando tomado entre noviembre de 1530 y febrero de 1531, no hacen mención alguna de los frailes.
Si bien la primera fundación franciscana en Puerto Rico fue efímera, abarcando alrededor de dieciocho años (1512 - 1530), la segunda fundación fue mucho más sólida y duradera. Esta se efectuó cien años después, entre 1634 y 1642, en la calle San Francisco del Viejo San Juan donde los frailes construyeron su gran convento y su iglesia conventual (hoy demolidos) y desde donde influyeron grandemente en la Iglesia y la sociedad por cerca de dos siglos hasta la tercera década del siglo XIX cuando su presencia se extinguió a causa de la desamortización impuesta por el gobierno español de la época.
Fuente: elvisitantepr.com
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